Una cultura somática es una cultura que respeta las potencialidades genéticas dadas del ser humano en general y del individuo en particular. Una cultura que desea fomentar el libre desarrollo, la exploración y el descubrimiento de estas potencialidades, sean las que sean. Específicamente creo que una cultura somática es una cultura que estimula el sentir, un tipo de percepción sensorial que no está orientada principalmente al entorno si no que se trata de una percepción que es propioceptiva, de uno mismo, la auto-percepción del «cuerpo» a través de la «mente»
Thomas Hanna
El Hatha Yoga implica una observación constante sobre la postura, la mente y las emociones, sostenidas en la respiración como base y alimento.
Tener la capacidad de respirar desde los pies (la raíz), irradiar esa respiración hacia todo el cuerpo: sentirnos… El simple acto de estar de pie para un yogui/yoguini establece un reencuentro con el equilibrio estructural, fisiológico, psíquico y somático, dicho equilibrio será la base en todas las posturas y en todos nuestros actos.
De esta manera, cualquier gesto, hasta el más simple de todos, requiere una atención plena, capacidad de autoevaluación y por sobre todas las cosas, respeto y ternura.
Así podremos sentarnos o tumbarnos desde la consciencia, optimizando todas nuestras capacidades y reeducando y liberando al cuerpo de las compensaciones posturales relacionadas con nuestra historia, herencia, cotidianeidad, etcétera.
El Hatha Yoga nos permite darnos cuenta a través de lo simple de qué es lo que «nos atraviesa», liberarnos de los bloqueos y tensiones psicofísicas y desidentificarnos de los estigmas socio-familiares.
Además es un desafío, ya que una buena práctica implica menor consumo energético, y mayores resultados, corroborando una de las frases que más repito en clase: menos es más…
Practicar Yoga, es conectar con la propiocepción, reconocer nuestras capacidades y ser coherentes con el medio. Es un acto de amor.
Lula M. Cairo
Profesora de Yoga, creadora de Espacio SeYoga